Invertimos 10 años de sudor, tiempo y dinero en Lavanderías Génesis; un proyecto de corazón, ubicado en una zona difícil de la ciudad. Mi esposo y yo fuimos nos entusiasmamos en su momento con una lavandería automática que funcionara con monedas; nos parecía que era una buena forma de impulsar el vecindario.

Siempre sentí que mi propósito en la vida era servir a la comunidad con mis habilidades empresariales. Esperábamos utilizar la lavandería automática como un trampolín para financiar futuras empresas.

A los 3 años de casados, no teníamos mucho dinero. Lo que sí teníamos era un buen crédito y un plan de negocios.

Diez años después, nos vimos obligados a cerrar la lavandería cuando la compañía de gas, en una inspección de rutina, detectó fugas que representaban un peligro significativo para la seguridad pública.

El presupuesto estimado para reparar las tuberías era de $320,000. No podíamos hacerlo, así que tomamos la decisión de cerrar las puertas para siempre.

Mirando hacia atrás, podemos ver todos los errores que cometimos, uno tras otro.

Error #1

La primera de muchas malas decisiones ocurrió antes de que se materializara el sueño de abrir un negocio. Como emprendedores principiantes, no teníamos experiencia en este campo en particular. Con eso en mente, asistimos a un taller sobre el negocio de las lavanderías, organizado por personas que vendían franquicias. El instructor pintó una imagen optimista del negocio como una operación llave en mano a prueba de recesiones que, bien estructurada, se podía ejecutar de manera rentable.

Me atrevo a decir que ningún negocio funciona solo, y menos uno en una comunidad de bajos ingresos y plagada de delitos.

Si bien el 90% de la comunidad y nuestros clientes eran personas decentes y trabajadoras, lidiar con el último 10% me provocó muchas canas verdes.

Aparte del vandalismo malicioso que fue un dolor de cabeza menor, tuvimos que reemplazar las líneas eléctricas exteriores dos veces. Hicimos construir una costosa jaula de hierro forjado para proteger el cobre de las líneas eléctricas. Las ventanas panorámicas que daban al frente se rompieron algunas veces. Y una vez una bala rompió la ventana de nuestra camioneta.

En pocas palabras: deberíamos haber pedido consejo a los dueños de tiendas del vecindario, no a las personas que vendían franquicias de lavanderías.

Error #2

El segundo error fue la decisión de comprar, o más bien financiar, el edificio. El fundador de McDonald’s, Ray Kroc, tiene el mérito de decir: “Conoce tu negocio”.

Antes de esta experiencia, esas palabras sonaban huecas. Siempre me habían enseñado que alquilar era una pérdida de dinero y que siempre era mejor ser propietario. Ese consejo es, en el mejor de los casos, miope y puede ser francamente desastroso.

Creo que asumimos que debido a que nuestras intenciones eran puras, de alguna manera todo saldría bien. Por un tiempo si fue así.

El gasto y el tiempo que implica el mantenimiento de una estructura envejecida no tienen absolutamente nada que ver con un negocio de lavandería con monedas. En pocas palabras: lo mejor es alquilar un espacio pequeño en un centro comercial con mucho tráfico peatonal y dejar los problemas de mantenimiento del edificio a los profesionales.

Error #3

Decir que abrimos con muchas esperanzas y un padre nuestro es quedarse corto. No teníamos un fondo de emergencia. Apenas teníamos dinero suficiente para abastecer las máquinas con monedas de veinticinco centavos.

El primer año apenas alcanzamos el punto de equilibrio. Eso es de esperar, ¿verdad?

El problema de mantener el equilibrio en una lavandería automática con máquinas envejecidas fue una disminución en la satisfacción del cliente. Las quejas aumentaron y nuestro tráfico disminuyó. Nuestros gastos de reparación de máquinas se dispararon. ¿Cómo respondimos? Bueno, eso llevó a …

Error #4

Para detener la ola de quejas de los clientes, decidimos alquilar nuevas máquinas. Esta fue una mala decisión por dos razones:

  1. $2,000,000 es un precio estratosférico para unas máquinas lavadoras que no cuestan más de $200,000 cada una.
  2. Las máquinas nuevas no atraen automáticamente a nuevos clientes.

Inmovilizamos nuestros ingresos personales durante otros seis años porque la lavandería no ganaba lo suficiente para cubrir el pago del arrendamiento.

En pocas palabras: no hacerle frente a la fuga lenta de capital, que más o menos definió el progreso de nuestro negocio, creó el error final.

Error #5

Tal vez fue nuestro orgullo, arrogancia o terquedad lo que mantuvo las cosas en marcha durante 10 años. De cualquier manera, la falta de voluntad para enfrentar los hechos o aceptar la derrota condujo a una enorme pérdida de tiempo y dinero.

Hemos podido llegar a un acuerdo con el banco. Originalmente, nos demandaron por el saldo total de la hipoteca cuando cerramos. Me doy cuenta de que en retrospectiva es 20-20, pero después de los primeros años, cuando comenzamos a apuntalar el negocio con nuestros ingresos personales, debimos de haber cortado los hilos.

Mi conclusión final: aceptar el fracaso no es divertido. Pero prolongar lo inevitable no facilita las cosas. He aprendido muchas lecciones valiosas de la experiencia, en particular, que puedes recuperarte de un fracaso empresarial y vivir para empezar de nuevo.