No hay mejor momento para iniciar nuevos hábitos que el comienzo de un nuevo año. Muchas personas se toman un tiempo en el último mes para reflexionar sobre lo que salió bien y lo que les gustaría hacer mejor o diferente el próximo año. Lo más común es hacer algunos propósitos audaces, luego seguirlos hasta que el plan presenta dificultades y entonces se abandonan.

No es ningún secreto que la mayoría de los propósitos de Año Nuevo fallan desde el inicio. Pero no tiene por qué ser así. Puedes hacer propósitos financieros para un nuevo año y cambiar tu vida. Lo sé. Lo he hecho. Al igual que miles de otros. La clave es cómo lo abordas.

Propósitos que fallan

Los propósitos que fallan yo los ubico en el enfoque tradicional. No siempre fallan, pero la tasa de éxito es probablemente inferior al 20 por ciento. Para la mayoría de las personas, es lo mismo que si siempre fallaran.

Esta forma de “proponerse fracasar” implica usar enfoques de objetivos típicos para intentar algo que es un desafío que nunca antes has hecho. Es como decidir convertirte en una gimnasta de clase mundial la próxima semana, aunque nunca hayas hecho ejercicio. Ya de entrada las probabilidades de éxito son muy bajas.

Algunas cosas en las que tienes que trabajar.

Ya sea que quieras convertirte en atleta de clase mundial o que quieras construir un fondo de emergencia con tres-seis meses de gastos, debes ser realista. Si nunca has ahorrado y estableces metas estrictas y exigentes, no hay espacio para aprender sin fallar, no hay espacio para crecer en el camino.

No te propongas fracasar. Decide trabajar para tener éxito.

Propósitos para tener éxito

Plantearte propósitos de éxito es otra cosa distinta. El método tradicional te empuja a hacer cosas que no quieres; hacer propósitos de éxito, por el contrario, te lleva a hacer algo que quieres. Es mucho más atractivo.

Cambiamos las cosas creando nuevos hábitos. Si quieres ser un mejor inversionista, necesitarás algunos de los buenos hábitos de un inversionista; si deseas construir un fondo de emergencia, necesitarás el hábito de ahorrar más de lo que gastas. El éxito proviene de los hábitos, no de una disciplina rígida. La disciplina rígida no es divertida, y no es algo con lo que la mayoría de la gente quiera quedarse. Los hábitos son más suaves; dejan espacio para ser humano, y si te caes, puedes volver a levantarte.

Mejores hábitos producen mejores resultados. No debemos proponernos cambiar el mundo; debemos decidirnos a ser mejores personas porque tenemos mejores hábitos; y así nuestro mundo cambiará.

Un ejemplo de contrastes

Tanto Bill como Jen quieren crear fondos de emergencia por un monto de $6,000. Ambos gastan la mayor parte de lo que ganan y ninguno ha acumulado ahorros. Es un gran objetivo.

Bill hace algunos cálculos y ve que si ahorra $500 por mes durante un año, habrá acumulado $6,000 para su fondo de emergencia. Él hace de esta su propósito. Enero es difícil pero lo logra: ahorra $500. Eso es un buen resultado para lo que sucede con la mayoría de los propósitos. Pero en febrero, su auto se descompone y no solo no ahorra, sino que gasta los $500 que tenía ahorrados.

La realidad es que es una victoria. Como había ahorrado $500, pudo reparar su coche sin endeudarse. Pero eso fue suficiente para que Bill abandonara.

Lo que pasó fue una victoria. Pero Bill siente que fracasó y perdió toda la motivación para perseguir su objetivo. Le parece que es demasiado difícil; suceden cosas inesperadas, el dinero se fue y ya no siente que tenga sentido.

Jen tiene una experiencia diferente. Jen decide desarrollar el hábito de ahorrar. Ella decidió ahorrar un poco en enero: un par de cientos de dólares más o menos. Jen tuvo un gasto doméstico inesperado en febrero y usó sus pequeños ahorros; no pudo ahorrar en febrero. Tuvo un evento, un contratiempo, pero no experimentó el fracaso. Su nuevo hábito es ahorrar y entra en marzo comprometida a seguir desarrollando su hábito.

Si Jen termina el año con $1,000 ahorrados, eso es $1,000 más de lo que habría tenido y es una gran victoria.

Ella se ha preparado para el éxito.

Bill se preparó para hacer algo que no era realista. El fracaso no ocurrió porque Bill falló; el fracaso ocurrió porque algo en su vida le pasó. Si Bill se hubiera preparado para el éxito, podría haber tenido un mejor resultado. Los objetivos rígidos a menudo chocan con una realidad más rígida, y algo se rompe en el camino. Los objetivos difíciles son difíciles de cumplir, si nunca los has hecho antes. Así que vamos a lanzar un tercer ejemplo.

Un tercer ejemplo

Rayshel ha estado trabajando en su situación financiera durante un par de años y ha construido un fondo de emergencia de $6,000 y un par de miles de dólares en inversiones. Ella se hizo el propósito de ahorrar $500 por mes para el pago inicial de una casa. Hmmm, ¿Está bien? ¿Esto funcionara?

Rayshel debería sentirse bien por dos razones. Tiene experiencia en el ahorro, por lo que debería poder cumplir su objetivo siempre que no suceda nada extraordinario;  tiene un fondo de emergencia para hacer frente a los pequeños caprichos de la vida.

Más importante es cómo Rayshel ha enmarcado su objetivo. Su objetivo es hacerse el hábito el ahorrar $500 por mes para el pago inicial de la casa”. El objetivo no es rígido como un pedazo de vidrio que se puede romper fácilmente; su objetivo es crear un hábito. Los hábitos cambian vidas. Rayshel estará bien.

La conclusión

Cambiamos nuestro futuro cambiando nuestros comportamientos. Ninguna cantidad de conocimiento cambia nada sin un cambio de comportamiento. Pero el conocimiento es clave para cambiar el comportamiento adecuadamente. Necesitamos comprender nuestra situación financiera, cómo nos afectan los cambios y cómo puede cambiar nuestro futuro introducir algunas mejoras.

Ahorrar $200 al mes para la educación de un niño es mejor que no ahorrar nada. Saber lo que necesitas ahorrar para brindarle la educación que quieres para él puede marcar una gran diferencia. Saber lo que debemos hacer, saber cuáles son nuestras opciones, saber lo que somos capaces de hacer: todo esto es esencial para ayudarnos a desarrollar los mejores hábitos que producirán los mejores resultados.

La mayoría de los propósitos fallan porque para eso están diseñados. No es que los propósitos se hagan imposibles de cumplir a propósito de esa manera; el verdadero error es que casi nunca son realistas. No podemos correr antes de aprender a caminar, sin importar cuánto nos lo propongamos podamos tomar. ¿Cómo se supone que vamos a hacer perfectamente algo que nunca hemos hecho antes?

Hacernos el propósito para cambiar un hábito y luego trabajar esa dirección hasta que el cambio se convierta en hábito, es una forma efectiva de cambiar tu futuro y transformar tu vida. No se trata simplemente de las palabras que usamos, sino de la actitud y el enfoque. Podemos hacer propósitos que funcionen, si decidimos hacer algo que esté a nuestro alcance. Y todos podemos crear mejores hábitos financieros y mejorar nuestra vida económica; hábitos que podamos mantener, hábitos que permanecerán con nosotros, y que al final nos conducirán a donde queremos llegar.